En España es muy frecuente que en los hogares tengamos persianas para protegernos de la luz del sol durante el día. Decimos en España, porque las persianas no es algo que sea habitual encontrar en otros países, sobre todo si viajamos al norte de Europa o a Estados Unidos. Pero esto no quiere decir que las persianas sean un invento español o que nosotros seamos más listos, o más raros que los demás. De hecho, en Italia encontrarás muchas persianas, como en España, y en el sur de Francia también. Al final, más que por costumbres o tradición, es por necesidad. De esas necesidades que acaban provocando tradiciones.
Las persianas, en su concepto principal, sirven para proteger el interior de los hogares de la luz solar, y esto en España se hace más necesario por nuestros horarios y por la cantidad de luz que hay en comparación con el resto de países. Además, aquí, por la media de las temperaturas, que es más alta que en esas naciones nórdicas, tampoco nos es necesario tirar de la radiación solar para mantener una temperatura confortable en nuestras casas, y primamos la comodidad y el descanso, sobre todo cuando el sol hace su aparición antes de que nuestras jornadas activas comiencen.
Algunos a lo mejor piensan que las persianas también se utilizan como medio de privacidad, para ocultar el interior de las casas y lo que sucede en ellas. Pero, realmente, para esto no hace falta una persiana. En los países donde no se suelen instalar persianas tienen alternativas, que normalmente pasan por unas cortinas bien oscuras y gruesas que, si bien no evitan completamente la luz solar ni mucho menos aíslan el frío exterior, sí que pueden ayudar a conseguir esa intimidad que para muchos resulta necesaria.
Las persianas tienen mucha historia. Tanta que, en sus versiones más antiguas, ya se podían encontrar en el Antiguo Egipto, donde la gente utilizaba cañas para evitar que la luz entrara en las casas, pero sí lo hiciera el aire fresco, si es que lo había. En China también se utilizaba un sistema parecido, aunque allí se servían de bambú para conseguir este efecto en sus ventanas. Pero las persianas, tal como las conocemos hoy en día, aparecen en Venecia en la Edad Moderna. Se cree que fueron los persas los que las introdujeron en la ciudad italiana, y desde allí es desde donde nos llegaron en su día. Su nombre viene del francés persienne, que significa, precisamente, originario de Persia, e incluso las persianas de láminas unidas por cuerdas que se usan en muchos lugares aún hoy se conocen como persianas venecianas.
Su uso se impuso rápidamente en toda Europa, donde era más frecuente evitar la luz exterior mediante contraventanas, pero hubo países que rápidamente desecharon su instalación, tal vez, como muchos dicen, por la ética del trabajo y de levantarse según salía el sol, o, lo que seguramente sea más razonable, por la falta de necesidad de invertir en tales elementos.
Curiosamente, fue un inglés llamado Edward Bevan el que patentó, allá por el siglo XVIII, un sistema de cuerdas y poleas para las persianas, que sirvió de base e inspiración al sistema actual que tenemos en nuestros hogares. Y decimos curiosamente, porque en Inglaterra, así como en Estados Unidos, apenas se instalan persianas en los edificios de viviendas.
En los últimos siglos, las persianas han ido cambiando mucho, tanto por moda como por los avances tecnológicos y de materiales. Si antiguamente eran sobre todo persianas interiores, de estilo veneciano, y fabricadas en tela, en tiempos posteriores fueron imponiéndose las persianas enrollables, tan características de los edificios más antiguos y que aún se pueden observar por el centro de ciudades como Madrid. Las persianas exteriores de estilo veneciano aún se siguen fabricando e instalando, aunque los materiales han ido evolucionando, y suelen ser de aluminio o de pvc. De estos mismos mismos materiales son las persianas enrollables que más abundan hoy en día en las viviendas. Esto se debe a su resistencia, ligereza y durabilidad. Y es que, si las persianas estuvieran fabricadas con elementos más pesados, sería una tarea más complicada la de subirlas y bajarlas cada mañana y cada noche, o cada vez que pegara el sol. También hay que tener en cuenta que tanto el aluminio como el pvc son materiales bastante resistentes a las inclemencias del tiempo, y las persianas están expuestas a lluvia, viento, frío, nieve, etc.
Pero los avances en el mundo de las persianas no se ha restringido al tipo de persiana o al tipo de material que se usa. Los avances en el mundo de la domótica y la tecnología doméstica han influido en las persianas mediante la inclusión de sistemas motorizados que facilitan la subida y bajada de éstas. Cada vez es más frecuente que las viviendas modernas dispongan de estos motores que resultan más cómodos y fáciles de manejar, y también evitan la posible rotura o desgaste de las cuerdas de las persianas. Un punto más avanzado en este sentido lo han impuesto las persianas accionadas con mandos a distancia, similares a los de la televisión, que ni siquiera obligan a acercarse a la ventana para cambiar su posición. Y, no tardaremos en ver en los hogares las persianas inteligentes, que suban o bajen solas, no sólo cuando las programemos, sino cuando detecten mayor o menor cantidad de luz presente.
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